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Talleres de Formación Teatral

Grupos separados por edades

 Propongo un espacio de aprendizaje de la actividad teatral (actuación e inmersión en lo que es el teatro en su totalidad) de manera lúdica y divertida. El teatro es en sí un juego, que como todos los juegos tiene sus reglas. En este juego ponemos nuestro cuerpo y todo nuestro ser. Requiere de mucha entrega, por lo cual garantizo un espacio de respeto por todos los participantes, y un clima de confianza y comodidad, ya que  solo de esa manera, podrán desplegar sus potencialidades. El juego del teatro nos transforma como personas, ya que nos pone ante situaciones en las que debemos aprender a escucharnos, dialogar, aceptar las propuestas de los demás, proponer y decir lo que pensamos, desinhibirnos, hacer acuerdos, ponernos en el lugar del otro, ver la vida desde el punto de vista de diversos personajes, dejarnos llevar por la imaginación. El teatro nos hace más creativos y más flexibles para acomodarnos, (¡nunca pasivamente!) a las situaciones inesperadas. El teatro nos invita a que la mente, el cuerpo y las emociones, se entrecrucen, a comprender el lenguaje no verbal, a conocernos, valorarnos y poder comunicarnos mejor con nosotros mismos y con los demás. 

Hay muchas maneras de aprender este hermoso oficio. Yo quiero contarles cuáles son los valores que me guían:

  • El valor de la grupalidad - Hacer teatro es trabajar en grupo inevitablemente. Siempre es necesario un equipo, aunque se trate de una obra unipersonal. Los distintos puntos de vista, propuestas y opiniones son valiosos para un mejor resultado. En el caso del taller, los chicos van notando cómo, si cada uno pone lo mejor de sí, el resultado grupal es más potente.  

  • Placer y responsabilidad - La actividad apunta a ser nutritiva y divertida. El aprendizaje solo se da acompañado de una calidad placentera. Apuntamos a que los chicos sientan satisfacción y sean responsables en las tareas grupales que implican colaboración y respeto por los demás. Ayudamos a los chicos a que regulen sus niveles de energía para que sean adecuados a las actividades, y a que aprendan de sus propias experiencias cómo interactuar respetuosamente con los otros. En este taller no usamos el reto como modo de dirigirnos a los chicos.  

  • El error no existe - En este espacio queremos erradicar la idea del buen o mal rendimiento. No hacemos comentarios que inciten a que los chicos se comparen entre ellos, ni que se sientan inferiores o superiores a otros. Cuando surgen ese tipo de comentarios por parte de los chicos, tratamos que comprendan que solo pueden compararse consigo mismos y que el aprendizaje se da progresivamente. No tenemos que ser todos iguales, la riqueza está en las diferencias. Generalmente, lo que los chicos consideran como errores son las puertas hacia la sorpresa. La perfección tiene que ver con el control, y aquí queremos desarrollar la espontaneidad. Lo único que está mal es pegarle a los compañeros, dañar al espacio, o boicotear intencionalmente la tarea para impedir que el resto pueda jugar.

  • Estar en el presente - En el teatro, lo que vale es el momento presente. El juego se basa en le técnica de la improvisación, es decir que  los chicos se lanzan al juego desde algunos estímulos y habiendo pautado de antemano algunas pocas reglas, pero sin saber qué sucederá. Para que la escena pueda continuar, es necesario estar concentrado en lo que está pasando y ver las posibilidades del momento.  El  desafío de estar en el aquí y ahora es el mejor antídoto para la ansiedad y la mejor práctica de concentración.

  • Integración entre el cuerpo y la mente - Desde lo cultural está instalada la idea de que la mente le da indicaciones al cuerpo y que éste actúa obedeciendo. Haciendo teatro, nos damos cuenta que no siempre es la mente la que dirige al cuerpo. Se produce un diálogo fluido entre el pensamiento y el movimiento.  Aprender a registrar y darle expresión a los impulsos corporales nos abre la posibilidad de descubrir emociones jugando. Jugando las emociones no nos pueden exceder ni asustar, pero sí las podemos empezar a conocer y nombrar. Este punto es muy importante porque podemos trabajar sobre la inteligencia emocional sin desconectarlas del cuerpo, que es de donde surgen.

  • La empatía - Hacer un personaje es ponerse en los zapatos de otro ser. El  personaje puede ser completamente inventado por el  actor, o puede ser construido desde un modelo. De cualquier forma, entramos en otro cuerpo, en otra manera de pensar, sentir y accionar. Para esto debemos desarrollar  la flexibilidad física y psíquica, y abrir nuestras cabezas y nuestros corazones para poder comprender a los demás y a nosotros mismos.

  • El objetivo y el conflicto: parte del juego escénico - En las escenas los personajes tienen objetivos, y en algún momento se establece un conflicto de intereses. Esta condición para hacer las escenas, nos obliga a aprender a focalizar un objetivo, y a buscar estrategias dentro del juego para lograrlo. A su vez, se nos presentan obstáculos que obligan a los actores a ser creativos y buscar  soluciones a lo que parece imposible de resolver. Hacer escenas pone a prueba nuestra creatividad para conseguir lo que queremos, y aunque en la vida, las cosas no sean tan sencillas, vamos practicando un modo no lineal de pensar.

  • Autoconocimiento - Jugando  a ser otros nos conocemos a nosotros mismos. La imaginación funciona combinando contenidos que sacamos de las impresiones que vamos tomando del mundo. Empezamos a valorar nuestro particular punto de vista, y nos animamos a ser creativos y a sorprendernos de nuestras ocurrencias. Y jugando con otros podemos ampliar nuestras posibilidades de movernos, de actuar y pensar.

  • Comunicación - Haciendo teatro nos comunicamos permanentemente, tanto con los otros como con nosotros mismos. Mientras actuamos debemos observarnos para no descontrolarnos. Una parte de nosotros sigue los impulsos del cuerpo para actuar y otra parte va observando y guiando. Los ejercicios grupales también requieren de saber comunicarnos. Y para eso debemos saber escuchar al otro, proponer ideas, aceptar, expresar el desacuerdo con respeto, tener paciencia y compartir el entusiasmo del estado creativo.

  • Uso del espacio y esquema corporal - En el teatro nuestro instrumento de trabajo es el cuerpo, el cuerpo sensible y vibrátil. Aprendemos a usarlo de manera expresiva, teniendo cierto control de qué es lo que queremos producir en el espectador. Para eso usamos los gestos, las calidades de movimientos, el tono de la voz, y la ubicación y trayectorias en el espacio. La cercanía o lejanía entre compañeros ya puede comunicar algo, el estar en el piso puede significar otra cosa, o estar pegados a la pared, por ejemplo. A medida que los chicos van aprendiendo jugando a usar el cuerpo para comunicar diversos contenidos, se va estructurando su esquema e imagen corporal, es decir, el reconocimiento de su propio cuerpo, que incluye el control consciente sobre él y el caudal de información sensible que nos puede dar.

  • Estructura teatral y temporalidad - Las escenas teatrales se despliegan en el tiempo. Contamos con antecedentes, circunstancias previas, situación presente, conflicto, consecuencias, finales posibles de la escena. A la hora de armar un relato para una escena tenemos que tener una visión del tiempo lineal (pasado, presente, futuro) y a la vez simultánea. Como en la vida misma, pueden pasar muchas cosas a la vez, pero nuestra atención va hacia una cosa por vez. Aprender a tener mucha información presente, y a poner el foco en una cosa por vez, es una habilidad que se puede desarrollar jugando al teatro.

  • Reflexionar para mejorar -  Al final de la clase nos tomamos unos minutos para reflexionar sobre cómo nos sentimos con la actividad ¿Como es ponerme en el lugar de otro por un rato? ¿Cuán diferente es a mí y en qué cosas somos parecidos? Armar un personaje obliga a abrir la percepción en la vida cotidiana, a desarrollar la capacidad de observación del mundo que me rodea.  Con la reflexión apuntamos a que los chicos aprendan a poner en palabras sus registros internos y a poder expresar el bienestar o el malestar en relación a conflictos que puedan surgir, para buscarles una solución creativa.

Taller de Teatro Terapéutico

para niñas y niños entre 8 y 11 años

lunes 17 a 18 hs. 

Quiero ofrecerles una nueva propuesta dentro del marco de los Talleres de juegos teatrales desde una perspectiva psico corporal que coordino desde hace ocho años con sede en el Club Círculo Villa Devoto. Se trata de un Taller de Iniciación al Juego Teatral con objetivos terapéuticos, que se diferencia de los otros talleres, que estarán orientados a la formación teatral propiamente dicha.

En este nuevo taller, de cupo muy reducido, trabajaremos detenidamente y al ritmo que los integrantes del grupo lo requieran, en el desarrollo de habilidades para una mejora en la calidad de vida. El juego teatral y el movimiento expresivo serán las herramientas a través de las cuales vamos a emprender un proceso terapéutico.

¿A quiénes va orientado este espacio?

A los niños y niñas que precisen trabajar problemáticas relacionadas al:

-vínculo con pares, como por ejemplo involucrarse en tareas grupales, tolerar las frustraciones, solucionar conflictos, alto grado de inhibición y dificultad para expresarse.

- al reconocimiento y expresión de sus emociones, y la capacidad para comprender las emociones ajenas.

- al desarrollo de capacidades cognitivas como la atención, la concentración, la memoria, y la comprensión de narraciones y consignas.

- capacidad para esperar y regular la energía motriz según la exigencia de la tarea, es decir, poder mantenerse quietos y atentos a la vez que mantenerse organizados en el movimiento.

A su vez, dentro de este taller habrá encuentros para jugar en familia. Cada dos meses invitaremos a por lo menos un integrante del grupo familiar para jugar con nosotros. Haremos escenas, juegos de movimiento y de roles. Luego tendremos entrevistas individuales para reflexionar sobre la experiencia y seguir ayudando a los chicos y chicas en su proceso de crecimiento.

Si bien este espacio está abierto a niñas y niños con ciertas dificultades en torno a la regulación de la energía y a la organización en el movimiento, es preciso aclarar que, por las características edilicias del lugar (paredes y puerta de vidrio y cortinados delicados) y por contar con una profesional para cinco participantes, no se aceptarán personas con trastornos severos ni que requieran un acompañamiento personalizado permanente. A su vez, teniendo en cuenta que el juego teatral es una actividad no demasiado estructurada, es decir que no tiene límites estrictos, ya que apelamos a la improvisación y al movimiento libre, es conveniente que los integrantes manejen cierto grado de organización interna para poder disfrutar y sacar provecho de la experiencia.

¿Cómo surgió esta propuesta?

Desde hace 15 años doy clases de teatro para niños, en talleres extracurriculares en colegios y en “Río Plateado”, escuela que dirigía Hugo Midón, quien fue mi maestro. Si bien siempre los grupos presentan particularidades, y es tarea del docente captar el camino para conectar con cada grupo, en los últimos años he notado cambios contundentes en la actitud de los chicos frente al juego teatral. Para comprender este cambio me ayuda considerar cómo el acceso masivo a internet y a la tecnología está cambiando hábitos de la vida cotidiana, inclusive nuestro modo de aprender y de relacionarnos. Adultos y niños convivimos e interactuamos con pantallas y recibimos información permanentemente. La publicidad y las noticias falsas se filtran permanentemente en nuestras tareas y en los momentos de entretenimiento. La cantidad de estímulos que recibimos puede llegar a ser abrumadora y, tanto en adultos como en niños, los trastornos de sueño y los picos de estrés o ansiedad están siendo un problema cada vez más generalizado. El mundo está cambiando y las nuevas generaciones nos plantean nuevos desafíos.

La sociedad actual ofrece a nuestros niños actividades sedentarias, que sobreestimulan el funcionamiento mental, y activan casi exclusivamente el sentido de la vista. En Buenos Aires, ya los chicos no juegan en la calle ni se mueven tan libremente por las veredas y parques. Se juega en espacios cerrados, que no plantean muchos desafíos a nivel motriz ni requieren que se preste atención a posibles cambios en el ambiente. A su vez, la interacción con pantallas y juegos electrónicos no alienta a que los chicos puedan relacionarse entre ellos, llegando a acuerdos, con todo lo que ello implica. Para dar un ejemplo, quienes crecimos sin tablets ni internet, jugábamos los juegos de roles: a partir de una historia conocida por todos, repartíamos los personajes, nos caracterizábamos y empezábamos a jugar como si fuéramos otros. También se podía hacer a partir de un rol social, como, por ejemplo: vendedor y un cliente, una mamá y una hija.  No solía ser un juego fluido, ya que cada dos por tres se armaban discusiones, nos enojábamos porque a uno no le gustaba lo que había hecho el otro. A veces había que llamar a un adulto para que venga a poner las reglas. Era eso, una negociación permanente. A medida que el juego se enriquecía, más claras tenían que ser las reglas. También jugábamos juegos que ayudaban a desarrollar la motricidad fina y que involucraban un espacio tridimensional, como por ejemplo con las canicas. Inclusive, los juegos de mesa, implicaban más contacto con otros y movimientos más variados que los que conllevan los juegos electrónicos. Hoy, éstos, más la interminable lista de videos en internet, les ahorran a los chicos las frustraciones de no estar de acuerdo siempre con el otro, ahorran el tiempo de preparación del juego, ya está todo servido.  A los adultos parecen darnos menos trabajo, y más tiempo para nuestras cosas. Pero en mi opinión, este tipo de juegos, anula el desarrollo de habilidades que los chicos van a necesitar en su crecimiento y en su vida de relación, desarrollo vocacionaly desarrollo psíquico emocional, a la vez que deterioran la capacidad de identificarse con el propio cuerpo y dificultan la integración psicosomática. Sostengo que probablemente muchos problemas de aprendizaje de las asignaturas escolares, tienen que ver con una falta de experiencias sensorio motrices, con una sobre valoración de lo mental en desmedro de la capacidad de aprendizaje a través de la experiencia corporal. Además, es sabido que problemáticas emocionales pueden estar trabando la capacidad de aprender ciertos contenidos. El abordaje artístico expresivo puede ser un buen camino para desarmar conflictos de ese tipo.

Por otro lado, el colegio, espacio en el que están con pares, propone un manejo del espacio estático y un uso del cuerpo más relacionado al control de los impulsos. Si bien la asignatura educación física es obligatoria en todos los colegios, la mayoría del tiempo se les exige a los chicos estar quietos, y nuevamente encontramos una sobre valoración de lo mental. Por lo cual, no debe sorprendernos que cuando les proponemos actividades de movimiento libre tiendan a golpearse, a caerse y a no ubicarse bien en el espacio compartido. En los últimos años, me he dado cuenta que la coordinación motriz, la percepción del espacio, el respeto por el espacio personal propio y ajeno, el reconocimiento del esquema corporal y la regulación de la energía para adaptarse a tareas tranquilas son cosas en las que hay que detenerse a trabajar.

Como conclusión, esta propuesta surge porque en los últimos años he notado que habilidades básicas para entrar en el juego teatral no vienen dadas, hay que aprenderlas. Se trata de habilidades que no solamente sirven al juego teatral, sino que son muy beneficiosas para la vida misma. Tienen que ver con:

 

  • la capacidad de comunicarse con uno mismo y con los demás, a través no solo de palabras sino de gestos y cualidades energéticas,

  • la conciencia del cuerpo y percepción de sus límites,

  • el cuidado y el respeto por el cuerpo propio y ajeno y por el espacio compartido,

  • estimular el pensamiento de modo creativo y no meramente repetitivo,

  • lograr la capacidad de abstracción necesaria para entrar en el como si teatral, es decir, diferenciar lo real de lo ficcional,

  • reconocerse como un ser sensible que experimenta el mundo a través de sus cinco sentidos y de la intuición,

  • reconocer las emociones propias y comprender las ajenas,

  • la capacidad de involucrarse en una tarea grupal,

  • poder dialogar y resolver conflictos interpersonales,

  • capacidad para esperar y tolerar las frustraciones,

  • auto percibirse como una persona valiosa y original,

  • mantener viva la espontaneidad

 

Si llegaste hasta acá es porque te interesa que tu hija o hijo pueda sacar el mayor provecho del taller de teatro, y que tenga un espacio en el que se le respeten sus tiempos y necesidades. Te pido que me comuniques si te interesa que él o ella participe del grupo con objetivos terapéuticos o del grupo orientado a la formación teatral. Cabe aclarar que en este último también se tendrán en cuenta los beneficios del teatro para el desarrollo personal, pero éstos no serán el foco del trabajo. Durante el primer mes, de todos modos, evaluaré si el espacio elegido es el indicado para cada niña y niño.

Para entrar en el grupo con fines terapéuticos no es necesario el certificado de discapacidad, porque como ya he expresado arriba, puede que los participantes simplemente precisen de un espacio más reducido en el que se les pueda prestar una atención más personalizada. Mi intención es diseñar y ofrecer los espacios adecuados para poder seguir trabajando sobre la singularidad de cada integrante y el despliegue de sus potencialidades.  

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